8 M - TENDAL DE POESÍA ESCRITA POR MUJERES







Graciela Cros


N.


Ahora es el tiempo de hacer las cosas.

Lo que vas a hacer, hacelo. 

Estás viva todavía.


Dirás que todo lo que podíamos hacer

ya lo hemos hecho

pero siempre hay otra

oportunidad.


Podés pensar que el mundo empieza en el oeste

o en el sur, en el este o el norte y

hacia allí dirigir tus pasos.


Cualquier lugar es bueno para plantar una semilla, 

un pequeño propósito al comenzar el día.


Las montañas están de pie, respiran.

El lago observa tu deriva.

El bosque ensaya su canción. 


Mirate, mírate, 

estás al sol

entre amapolas.





Irene Gruss 


Autorretrato


Ah, si pudiera recostarme,

ser así, la mosquita muerta que inclina su cuello, lánguida;

si borrara el rictus de una Callas desahuciada, Magnani en

batón, así me veo,

dulces musas de la debilidad, dónde estáis, denme la brisa,

dénmela,

no la ventolina a orillas del mar, siempre a orillas del

mar, ay me,

mandolina y no viola da gamba,

quién me miraría si él observa el culo

de la que pasa, ay me, cuántas uñas delicadas habrán

rasguñado el hombro, la nuez,

su espalda, oh, su espalda, y engalanar lo que no tengo,

un aspecto sutil, ese gesto de no haber sufrido hambre,

menos ansia

de saber, una sor Juana cortejada por virreyes y virreinas, la

suavidad

del papiro, y el vientre sin estrías, ay me,

si hubiese usado aquel pote, si no supiera que el tiempo no

es el Teatro No,

máscara que cubre el savoir faire y otras minucias, oh,

gatitas, si pudiera lagrimear,

las he visto contonearse sinuosas hacia mi objeto incólume,

han conseguido lo que apenas logré encaramar, robar, gozar

como Dios manda, ah, Dios, si estuvieras aquí, mándame

un rayo, algún fulgor,

esa luz que oculta la vejez, la insensatez,

y vuélveme buena, modosa, bella y paciente,

Ingrid en Casablanca, un lirio en flor, el sonido

de la música.





Mariana Finochietto


Y no me digan

qué

hacer.

Nunca me digan

qué

hacer.

Toda mujer

aprendió el oficio

de pararse

en sus pies,

y de mover las manos

como remolinos,

para agitarse toda,

como el viento.

Y no me digas

qué hacer.

Nunca me digas

qué

hacer.

Yo sé muy bien

de que lado

de la calle tropezarme.





Viviana Ayilef


Mi corazón es un árbol que azotan los vientos

los vientos del este

vientos del oeste

mi corazón es un árbol que doblan los vientos

mi corazón es un árbol de frondoso ramaje

las ramas extendidas de mi corazón crecen de costado

las ramas tendidas de mi corazón buscan el abrazo.

Mi corazón es un árbol que va a acariciar a otro árbol.

Las ramas de ese árbol crecen, todavía, hacia arriba.

Pero la sabiduría del árbol comprende que solo se crece si anida al costado.

Mi corazón no es una flor con espinas.

Mi corazón es un árbol.

Mi corazón es un árbol

que brota.





Liliana Ancalao

"Las chicas de Cushamen (Tufachi üllchakezomo Kushamen mew)

A la memoria de las Meli: mi abuela Peti, 

mi mamá Eugenia y mis tías Cecilia y Segunda"


voy a honrar a esta memoria

que me avisa

que ya viene

en las ancas de mi sueño


debo tener preparado el corazón

y lo amaso en una mesa de   cuatro patas

traigo una matra

la doblo y cubro el banco

-asiento asiento-

y mi corazón se pone laboreado


soplo en las cenizas

el aliento mi newen partido

-Anciano Fuego Anciana

despierten

vengan a mirar

a las chicas

que vinieron de visita-


chiñoras parecen

con cabello enrulado

con pintura en los labios

-chiñoras- les digo

para escuchar su risa

en el tiempo que regresa


allá

el día comienza

a la misma hora siempre


el marido se pone el mameluco los botines

y se trepa a un camión, el de la empresa

y una se pone   las zapatillas y el pañuelo

de sirvienta por hora

y camina hasta la casa central

de la patrona


y cada lunes tiene que estar almidonado el guardapolvo de los hijos

y su poesía de memoria y las tablas


el tiempo es un filo que cae sobre una

y te corta lo que sobra:

las palabras

el llanto

el mirar largo a tus crías

para que salgas

puntual y rendidora

hacia el trabajo


ahora se miran en la cara de mi abuela Peti

y el tiempo es un caballo que descansa en el potrero


y yo que nunca pude manejar el tiempo

estudié para dar clases de cuarenta minutos

y me sobraban diez


o me faltaban cinco


ahora escribo

eso se ve en mis manos

sin paspaduras y sin callos

no aprendí a carnear un capón

ni cuidé un cordero guacho en el invierno


en las vacaciones de la escuela

nos estaba permitido el viaje

un trecho hasta la hilera de los álamos

un infinito hasta el puente del río cakel

hasta ver el azul que me volvía adentro

donde la malasangre

se aquietaba


pasar el tramo de los teros y las avutardas

llegar a los abrojos y al neneo

a la huella seca

al ladrido de los perros


para verlos y verme


ahora somos mapuche

indígena argentina nos dijeron

también paisanas

pobladores

araucanas nos dijeron

pero yo sé que somos mapuche manzanera


salimos juntas a mirar la quinta

acá el murmullo de los árboles

habla el mapuzungun

y hay que pedir permiso al dueño de la vertiente

para andar por esta sombra

acá Juan Meli se bañaba en el wiñoy tripantu


estas semillas del Manshana Mapu

llegaron caminando

después del Füta Malón del winka perro

después de escapar a la montaña

después del arreo

como animales nos llevaron

en Chichinales estaban aún despiertas

cuando las subimos

a las ancas de un caballo

bien arisco era


pequeñas

verdes

y fragantes

van y vienen las palabras

con mareo de alfalfas y manzanas


regresamos al adentro

agua del ojo de agua tomamos las mujeres

en el mate que rueda

-está lavado el mate


cambio la yerba?

o lo ensillo nomás-


ahora

el tiempo es un peón

que churrasquea un silencio

en la cocina.





Liliana Campazzo


Me gustaría

escribir un poema

que hablara del mar

que tuviera el ruido de las olas

el olor del verano

los grises de este otoño

pero soy tan poco poeta

como un pez

frío y resbaloso mi lenguaje

no sirve para contar 

el mar 


mi palabra viaja 

fuera de mí

y sola dice 

no hay manos

en este poema. 

No hay voz 

en esta voz

hoy en la mañana 

ha muerto una joven 

y su epitafio 

hablará de mí. 

Escribo para no matar

por ella



Del mar traje dos piedras

cada una guarda el color

de una palabra

una dice pájaro

la otra dice pez.


Repito

hoy ninguna dice tu nombre.


/


Hoy alguien preguntó

por el poema

si queda algo por decir

es tu nombre. 


Yuyo seco. 


Soledad.





Mary Oliver 


LIRIOS


He estado pensando

en vivir

como los lirios

que crecen en los campos.

Ascienden y caen

en la cuña del viento,

y no tienen dónde protegerse

de las lenguas del ganado,

y no tienen roperos o armarios,

y no tienen piernas.

Aun así me gustaría ser

tan maravillosa

como esa vieja idea.

Pero si fuese un lirio

creo que esperaría todo día

que me tocara

el verde rostro

del colibrí.

Lo que quiero decir es,

¿podría olvidarme de mí misma

incluso en esos campos plumosos?

Cuando Van Gogh

predicaba a los pobres

por supuesto que quería salvar a alguien– 

sobre todo a sí mismo.

Él no era un lirio,

y el vagar por los campos brillantes

sólo le dio más ideas

que le llevaría la vida esclarecer.

Creo que siempre estaré sola

en este mundo, donde el ganado

pace como un río negro y blanco– 

donde los deslumbrantes lirios

se desvanecen, sin protestar, en sus lenguas– 

donde el colibrí, siempre que se produce un alboroto,

sencillamente se aleja volando.




Ámbar Past


Dedico este poema a los hombres que nunca 

se acostaron conmigo

a los hijos que no tuve

a los poemas que nadie escribió...



Dedico este poema a las madres 

que no amaron a sus hijos

A las que murieron en hoteles

sin que nadie las acompañara 

Lo dedico al autor 

de las pintas en los muros

Al hombre y a la mujer

Al torturado anónimo

Al que nunca dijo ni su nombre

Dedico este poema a los que gritan de dolor

y también a las parturientas

A los que gritan en la terminal de autobuses

en los portales del mercado


Lo dedico a los suicidas

A los poetas

que viven olvidados en alguna antología

Al que lava cadáveres

A las mujeres que se acuestan con todos

A los que siempre duermen solos


Dedico este poema a las 

comadres y a los compadres

que hacen el amor y se convierten en piedra

A los que se bañan con jícara

en Viernes Santo y se vuelven peces

Al hombre que quiso ser zopilote

y a los que sueñan que pueden volar


Dedico este poema 

al Señor de la Noche Estrellada

A la Guacamaya de Fuego

Al Llanto de las Moscas

A la Lluvia Verde

Al que Guarda la Miel

A la Hermandad de los 

Hermanos Menores

Al de la Máscara que Llora

Al Rugoso Caracol de Tierra

Al Vertedor de los Cuatro Rincones

A los Juntadores de Corteza para 

Preparar el Vino Ceremonial.


Lo dedico al que toca la flauta y el tambor 

cuando van a lavar

[los paños en el ojo de agua

A la que chapotea en las cascadas 

y se moja el pelo con agua de lirios

A la que da el pecho a su hijo en el cañaveral

A los que buscan el arco iris 

en el aceite de los charcos

A los remeros que inventan 

el canto con sus brazos

A los que lavan el nixtamal bajo la lluvia

A las que acarrean el agua en cántaros

y caminan por la carretera


A la niña viendo luciérnagas

A la niña con el candil en la mano

A los chamacos que saltan 

con el rastrojo en llamas

A los que corren sobre el fuego

entierran a sus muertos en la cocina

y cantan entre los escombros

Al que engaña a su muerte 

en las camas de los moribundos

Al que baja de los cerros 

para no quemarse con las estrellas

Al que agarra la mano de la muerte 

y baila con ella

A las que tienen muchas nueras 

y cargan iguanas en sus cabezas

A los colochos que venden nieve 

en tierra caliente

A los camaroneros divisando 

el cometa de madrugada

Al que arremanga su camisa 

y pide un hacha

A la que vende tamal de bola, 

de mumu y chipilln

A los que cortan elote tierno 

para comerlo crudo

y amarran la pata del perro que roba pollo

A los que hacen las maracas

y matan por amor

A los que se avientan al hoyo 

en el entierro de un amigo

Al poeta que no puede bajar 

del techo por estar tan enamorado


Al que hace lo que puede

Dedico este poema a los que no frecuentan cafés

ni piscinas ni saben hablar por teléfono

A los que no entran en los bancos

ni salen en la tele

A las de la primaria vespertina

que reciben declaraciones de amor 

con faltas de ortografía

A los poetas que nunca empiezan a escribir

A los meseros que tragan su dignidad

A las viejas que lavan ajeno

A las que no se atreven a opinar

ni a levantar la voz

A las que no pueden estar felices 

sin el consentimiento del macho

A los que se tiran al suelo y tragan 

su lengua entre la multitud

A las que duermen con sus delantales puestos

y piensan en el quehacer mientras 

sus maridos eyaculan prematuramente


A las que se levantan a oscuras 

en galeras de palma

A las que tortean en jacales

A la que se quemó su pelo

y manchó de tizne su falda

A los que asolean chilacayotes en su tejado

y no tienen sillones


A los que arrullan a sus hijos en tzotzil

y traen mugre bajo las uñas

A los pepenadores

A los que chaporrean

A los que siembran nopales 

y comen tortilla con sal

Al sereno que también trabaja de día

A la de la chancla rota que tiende 

cien camas cada mañana

Al viejo sin dientes que merca chicle en la playa

A los que viajan parados a la tierra del cacao

A las que traen las caras negras

y la cicatriz del llanto en su sordera


Dedico este poema al hombre encadenado

A los niños golpeados

A los hijos de alcohólicos

A las que cuidan a las criaturas de otros 

y ven a las suyas cada quincena

A la que trapea en el colegio 

y no sabe firmar su nombre

A las que comen en la mesa del hospicio

A los tullidos que se acurrucan 

junto al horno en alguna panadería

A los que atienden los baños públicos

y barren las calles al amanecer

A las que bailan en cabaretes

y están hartas

 

Dedico este poema al amasador 

de adobes que muere en la casa

que construyé para otro

Al poeta en su velorio con la boca 

cerrada para siempre

A los que se escaparon de noche cuando el

volcán sepultó su iglesia

A los vecinos que ya enterraron a sus hijos

uno tras otro como los años que pasan

A los que han tenido que vender a sus hijos

su sangre y su sexo


A los que nada tienen que perder

Dedico este poema a los peones acasillados que

invaden las tierras del patrón

A los que cavan túneles debajo del dinero

A los que prenden lumbre al ingenio

A los que no echan sombra y sin luna

contemplan los puentes

A los niños de trece años que se alzan a

la guerrilla

y conocen mujer por primera vez en la

montaña

Para los dos heridos

Para Las Pelonas

Al tacuazín de Olga

A los chuchos apaleados


A niños que nacen en países donde la

verdad está prohibida por ley

A los que han adoptado otro nombre

y llevan años sin saludar a la familia

A los que nunca durmieron en la misma cama

y comparten la fosa común


Dedico este poema a la madre que busca a

su hijo en el anfiteatro

entre otros poemas decapitados

A la que no puede decir cuál cadáver es el suyo

y se despide de cada uno con un abrazo.




Eliana Navarro 


Para ella 

que pretende una espiral de plata

y coronar su consistencia

escribe círculos de sal / su lengua

dice irrelevancias 

persiste en conservar su talle

y está 

quieta Pero es lineal 

es previsible

no por convicción (no puede 

sospechar cómo será 

el minuto posterior 

a cada pérdida) 

no tiene fe prevista, tiene:

una vida que pendula / tribulaciones como lianas

de olvido a tentación / de piedra

a desmesura y de ahí al

abandono (¿es la palabra,

el abandono a la palabra o

eso

que abandona

cuando dice

la palabra?)


¡para ella, que escribe con la nuca! ¡con el revés del párpado incendiado!

¿no era su materia árbol incendiado? ¿desmedido y pulcro el fuego, la escritura

un arma sin licencia, sangre blanca, vampiros dando aviso del amor, o del naufragio?


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Entraron pájaros

no es que alguien hizo trampa

o sediento de poder 

quiera capturar 

cosas que vuelan

Son ellos. Los pájaros

se metieron en la casa

y después no hubo 

salida

algo anda mal en mayo

gira y se cierra sobre si 

la tarde

afuera el mundo

es un amor

que precipita

se pliega sobre sí una mujer

que tampoco

debería haber entrado

andaba igual

que esos 

frágiles

buscando agua con azúcar

a cambio 

entró a un sitio inmenso

no es la casa abierta así

desfachatadamente

¿quién hará después

la medición

real de los espacios?

aparte del dolor

aparte del deseo de salvarlos

¿cuánto vale una visión rotunda en esta casa?

¿cuánto ocupa lo que un pájaro

pierde 

cuando entra por error 

en otro mundo?

vidrio

el corazón de una mujer

que no puede salir

estalla y 

no es la casa.




Maritza Kusanovic 


Yo nací roja igual que las manzanas y los labios en los labios


Yo nací roja encarnada y muy viva

por eso cicatrizo con facilidad Y las cicatrices

me recuerdan la fuerza de los ríos y el maltrato


Yo nací roja para doler y con dolerme no basta nunca basta


Yo Nací Roja con el fuego y la sangre en una mano


Yo nací roja Y cuando me abrieron los dedos

prendió la brasa Y dijo que no las letras

que no los números La primera línea

me entró con sangre y mundo

Y la poesía es un acto de sangre

y me sangraron la primera línea

Y la sangre tira Y no es linaje y no es raza

Y la sangre tira Y no es familia


El rojo de mi sangre


Cuando sangre sangrarán conmigo




Azucena Racosta


dónde tus ojos 


después de tanta muerte

de tanta la tortura

de tanta la negrura

de panzas inflamadas

de tanta el hambre

recuerdo:

de tantas la mirada destrozada

de tantas el útero sangrado

de tantas las millones abortadas

de tanta la locura

por morirse los pájaros sin sueños

por violar la matriz en este caos

recuerdo:

dónde estarán tus ojos observando 

ésta la cobardía de tus pares

ésta tu imagen de cemento 

esta quietud de masas

con las ondulaciones del pueblo 

te prefiero

para matar la muerte

para ganar el alba

para parir los hijos 

en la tierra liberada

me niego y abomino

al mismo instante

de ésas las flores

que se marchitan en las plazas

de ésas las misas mentirosas

donde lavan las culpas del espanto

recuerdo:

cómo mirarte 

reina ultrajada

en el renglón 

de ésa la pendiente

vuelve a sembrar la fuerza

de tu boca sedienta:

sin las sus hembras se muere

este país tremendo. 






Platos de café. Silvia Melin. “Guarden bien tus manos esta libertad”



Foto: Gastón Arrascoyta


Descubrí a Silvia Melin a través de sus pinturas, y a su vez me descubrí (sorprendida) a mí misma a través de sus pinturas y, como sabrán, se trata de una experiencia única, un aprendizaje revelador.

Hay algo que dice John Berger y es que “existe un tipo de emoción trascendental: 'haber sido sorprendido por el gozo'” y también dice que “paradójicamente, eso hay que buscarlo”. Buscar que tal experiencia suceda, aún sin saber que la estamos buscando.

De ahí la paradoja de esperar ser sorprendida en el encuentro de la mirada, mi mirada, con la obra y con la artista. En esa disposición a percibir (de quien mira) y esa búsqueda en la que trabaja la artista y de la que desconoce el resultado, es donde sucede la experiencia. O no sucede.

Pues en este caso sucedió y es lo que, para mí, diferencia el arte de cualquier otro intento: tiene el poder de modificarme desde mi lugar de espectadora y permitirme entrar en la experiencia de la artista con mi propia experiencia: (ese es) el encuentro, el instante modificador en el que incorporo como propias sus propias contingencias, su propia búsqueda bajo la forma en que la o el artista se relaciona con el mundo. Lo que muestra, lo que busca mostrar. Mostrarse. Darse. Darme. Percibirme. Descubrirme. Sorprenderme. Y devolverme, otra.

Para eso es una muestra de pinturas y dibujos colgados en una pared, para modificar el tiempo que ya deja de ser ese presente para ser este presente, frente a la obra, dentro de la obra, la obra dentro nuestro.


Platos de café son retratos que nos miran a los ojos; ojos que indagan; fisonomías que de grotescas y extravagantes, nos son familiares; gestos que provocan; figuras que por momentos se vuelven lúgubres y a la vez, simpáticas. Platos de café nos podría suceder en la calle y no nos permitiríamos permanecer con la misma pasividad con la que, en apariencia, nos paramos delante de cada cuadro. (Para eso el arte). Platos de café a veces somos nosotros mismos, a veces se parece a alguien a quien conocemos, a algo que nos identifica, ¿una sensación?, ¿un estado? Nada habla ni del bien ni del mal, sin embargo nos condiciona frente a frente, nos propone sostenerle la mirada y recibir el mensaje.

Estas son apreciaciones propias, claro, por eso de la experiencia propia, única, la que nos identifica. Como la que identifica a Silvia en sus obras, en su abanico de miradas, propuestas e identidades: la pintura, el teatro, el clown. La poesía. El Arte como medio. La vida.


Silvia Melin es una gran artista en continuo crecimiento, inabarcable, insondable, que no deja de sorprender, de maravillar. El ejemplo más perfecto del que habla Luis Alberto en “Puentes amarillos”: es un alma que repudia todo encierro...



Iris Giménez (22-06-2012)

Palabras de presentación en la muestra "Platos de café" de la artista visual viedmense Silvia Melin, inaugurada en el Centro Municipal de Cultura de Viedma el 1º de julio de 2012.-




PLATOS DE CAFÉ. MUESTRA DE LA ARTISTA VISUAL SILVIA MELIN. 

CENTRO MUNICIPAL DE CULTURA DE VIEDMA. 1/7/2012 

Fotos: Andres Caballieri
























León no es más que un nombre. Dafne Pidemunt. "Poeta en Voz Alta"

 



Antes que nada, permítanme decir que es para mí un privilegio –fortuito o producto del destino o vaya a saber que- que les amigues le hayan dado mi nombre a Dafne para así contactarnos y que hoy yo pueda estar acá participando de esta presentación, que para mí es un gran desafío que acepté inmediatamente después de leer el libro de un solo bocado, y que luego, con el transcurrir de las horas y los días, empezó a preocuparme que haya sido un atrevimiento de mi parte pretender hablar sobre un libro que no es cualquier libro, referirme a una poeta extraordinaria que acabo de conocer apenas hace unos días, horas casi, y nada menos que a través de León no es más que un nombre.


Leí el libro en pdf primero y ya en papel, desde anoche, cuatro o cinco o más veces cada poema. Y no solo para recuperar tiempo, mejor dicho, y no para recuperar tiempo porque, qué es el tiempo para un libro de poemas. 

Necesitaría semanas de lectura y más vida vivida para asimilar, aprehender apenas un poco la poesía de Dafne, y esta poesía, la de este libro.

En 39 poemas Dafne recorre toda una vida, regresa en el tiempo y me regresa con ella y vivo o revivo o creo encontrarme con esa niña que fuimos, que fue, antes de ser lastimada, tanto, como para dejar de hablar de sí misma. 

                           Todas somos ella. 

Cuando leí el libro por primera vez, en cada poema se me acababa el aliento y no podía volver a respirar si no seguía leyéndolo hasta el final. 

“León no es más que un nombre” es un libro de poemas que cuenta una historia. La historia de una mujer que fue abusada siendo niña y que no fue la única niña víctima de su abusador. Y la historia de su abusador, un hermano amado que de muy chiquito fue su protector y a veces, única compañía, quien cocinaba para los dos y eso a ella la hacía feliz. 

Es un libro de poemas que cuenta una historia en la que existen “vestigios de una felicidad / algo de infancia / cuando nadie hería”. 

Es entonces un libro atravesado por el amor y la ternura, de Dafne. Y por su valentía. 

Es cierto. Cada poema duele, da bronca, entristece, emociona, estremece, sorprende. Despierta. 

En cada poema Dafne ilumina las zonas del horror vivido en la infancia y sus incertidumbres. Ilumina la violencia de la negación, del silencio, de la mudez, la violencia alrededor de ella y de todo. Y lo hace con una voz poderosa, valiente, certera, inequívoca. Con su voz poética. 

Habla de lo que no alcanza para sobrevivir y también habla de una herida que al ser dicha, en este libro, en cada poema, “letra a letra” (…) “ahora es aire / es agua limpia”.

“León no es más que un nombre” es una suerte de bandera para todas quienes sufren y sufrieron la violencia del cis.tema patriarcal, en cuerpo y mente. 

Una suerte de distanciamiento entre esta mujer que ella es y aquella su historia, la que no eligió, la que por supuesto no quiso // para seguir viviendo, amando, viajando, bailando, sonriendo, así, en gerundio, en movimiento, en crecimiento. 

Agradezco a Dafne por alzar su voz y dar vida a este poderoso libro. 

Y agradezco la Poesía.


Iris Giménez. Presentación de León no es más que un nombre

Noviembre 2021. Feria del Libro. Viedma, Río Negro.


































Se lastima siempre a quién se ama?

Tanto me quisiste
para dejarme
muda y con todo esto
que ya no puedo.
Cómo habitar este cuarto de infancia?


Acá hay una mujer

una vez fue chiquita
(ya no hablo de mi)
y vos la lastimaste


Será real?

Cada ser daña lo que ama.
Tanto me quisiste
que acá estoy
juntando los huesos
para decirte que no,
ya no te amo


Te acordarás del mundo?

Ese mundo en el que vos y yo
sobrevivíamos,
pese a todo
llegó a abrazarte?
Tanto te duele la vida, hermano,
tanto?


Escucho música

Me reencuentro con un disco
jóvenes los viejos
diamante o carbón amatista
memoria que resguardo
meto en la cpu
vestigios de felicidad
algo de infancia
cuando nadie hería.
Cruel - consciente
 tu daño
no el de ellos.
Sostengo la ternura
entre las manos
el disco.
Elijo no verlos


Hay días en los que el sol me da en la cara

Es hermoso saber que pronto
nadaré en mares nuevos
aunque no vaya a verte.
Hay otros
 recuerdo: alguna vez
tuve un hermano


8 M - TENDAL DE POESÍA ESCRITA POR MUJERES

Graciela Cros N. Ahora es el tiempo de hacer las cosas. Lo que vas a hacer, hacelo.  Estás viva todavía. Dirás que todo lo que podíamos hace...