Graciela Cros
N.
Ahora es el tiempo de hacer las cosas.
Lo que vas a hacer, hacelo.
Estás viva todavía.
Dirás que todo lo que podíamos hacer
ya lo hemos hecho
pero siempre hay otra
oportunidad.
Podés pensar que el mundo empieza en el oeste
o en el sur, en el este o el norte y
hacia allí dirigir tus pasos.
Cualquier lugar es bueno para plantar una semilla,
un pequeño propósito al comenzar el día.
Las montañas están de pie, respiran.
El lago observa tu deriva.
El bosque ensaya su canción.
Mirate, mírate,
estás al sol
entre amapolas.
Irene Gruss
Autorretrato
Ah, si pudiera recostarme,
ser así, la mosquita muerta que inclina su cuello, lánguida;
si borrara el rictus de una Callas desahuciada, Magnani en
batón, así me veo,
dulces musas de la debilidad, dónde estáis, denme la brisa,
dénmela,
no la ventolina a orillas del mar, siempre a orillas del
mar, ay me,
mandolina y no viola da gamba,
quién me miraría si él observa el culo
de la que pasa, ay me, cuántas uñas delicadas habrán
rasguñado el hombro, la nuez,
su espalda, oh, su espalda, y engalanar lo que no tengo,
un aspecto sutil, ese gesto de no haber sufrido hambre,
menos ansia
de saber, una sor Juana cortejada por virreyes y virreinas, la
suavidad
del papiro, y el vientre sin estrías, ay me,
si hubiese usado aquel pote, si no supiera que el tiempo no
es el Teatro No,
máscara que cubre el savoir faire y otras minucias, oh,
gatitas, si pudiera lagrimear,
las he visto contonearse sinuosas hacia mi objeto incólume,
han conseguido lo que apenas logré encaramar, robar, gozar
como Dios manda, ah, Dios, si estuvieras aquí, mándame
un rayo, algún fulgor,
esa luz que oculta la vejez, la insensatez,
y vuélveme buena, modosa, bella y paciente,
Ingrid en Casablanca, un lirio en flor, el sonido
de la música.
Mariana Finochietto
Y no me digan
qué
hacer.
Nunca me digan
qué
hacer.
Toda mujer
aprendió el oficio
de pararse
en sus pies,
y de mover las manos
como remolinos,
para agitarse toda,
como el viento.
Y no me digas
qué hacer.
Nunca me digas
qué
hacer.
Yo sé muy bien
de que lado
de la calle tropezarme.
Viviana Ayilef
Mi corazón es un árbol que azotan los vientos
los vientos del este
vientos del oeste
mi corazón es un árbol que doblan los vientos
mi corazón es un árbol de frondoso ramaje
las ramas extendidas de mi corazón crecen de costado
las ramas tendidas de mi corazón buscan el abrazo.
Mi corazón es un árbol que va a acariciar a otro árbol.
Las ramas de ese árbol crecen, todavía, hacia arriba.
Pero la sabiduría del árbol comprende que solo se crece si anida al costado.
Mi corazón no es una flor con espinas.
Mi corazón es un árbol.
Mi corazón es un árbol
que brota.
Liliana Ancalao
"Las chicas de Cushamen (Tufachi üllchakezomo Kushamen mew)
A la memoria de las Meli: mi abuela Peti,
mi mamá Eugenia y mis tías Cecilia y Segunda"
voy a honrar a esta memoria
que me avisa
que ya viene
en las ancas de mi sueño
debo tener preparado el corazón
y lo amaso en una mesa de cuatro patas
traigo una matra
la doblo y cubro el banco
-asiento asiento-
y mi corazón se pone laboreado
soplo en las cenizas
el aliento mi newen partido
-Anciano Fuego Anciana
despierten
vengan a mirar
a las chicas
que vinieron de visita-
chiñoras parecen
con cabello enrulado
con pintura en los labios
-chiñoras- les digo
para escuchar su risa
en el tiempo que regresa
allá
el día comienza
a la misma hora siempre
el marido se pone el mameluco los botines
y se trepa a un camión, el de la empresa
y una se pone las zapatillas y el pañuelo
de sirvienta por hora
y camina hasta la casa central
de la patrona
y cada lunes tiene que estar almidonado el guardapolvo de los hijos
y su poesía de memoria y las tablas
el tiempo es un filo que cae sobre una
y te corta lo que sobra:
las palabras
el llanto
el mirar largo a tus crías
para que salgas
puntual y rendidora
hacia el trabajo
ahora se miran en la cara de mi abuela Peti
y el tiempo es un caballo que descansa en el potrero
y yo que nunca pude manejar el tiempo
estudié para dar clases de cuarenta minutos
y me sobraban diez
o me faltaban cinco
ahora escribo
eso se ve en mis manos
sin paspaduras y sin callos
no aprendí a carnear un capón
ni cuidé un cordero guacho en el invierno
en las vacaciones de la escuela
nos estaba permitido el viaje
un trecho hasta la hilera de los álamos
un infinito hasta el puente del río cakel
hasta ver el azul que me volvía adentro
donde la malasangre
se aquietaba
pasar el tramo de los teros y las avutardas
llegar a los abrojos y al neneo
a la huella seca
al ladrido de los perros
para verlos y verme
ahora somos mapuche
indígena argentina nos dijeron
también paisanas
pobladores
araucanas nos dijeron
pero yo sé que somos mapuche manzanera
salimos juntas a mirar la quinta
acá el murmullo de los árboles
habla el mapuzungun
y hay que pedir permiso al dueño de la vertiente
para andar por esta sombra
acá Juan Meli se bañaba en el wiñoy tripantu
estas semillas del Manshana Mapu
llegaron caminando
después del Füta Malón del winka perro
después de escapar a la montaña
después del arreo
como animales nos llevaron
en Chichinales estaban aún despiertas
cuando las subimos
a las ancas de un caballo
bien arisco era
pequeñas
verdes
y fragantes
van y vienen las palabras
con mareo de alfalfas y manzanas
regresamos al adentro
agua del ojo de agua tomamos las mujeres
en el mate que rueda
-está lavado el mate
cambio la yerba?
o lo ensillo nomás-
ahora
el tiempo es un peón
que churrasquea un silencio
en la cocina.
Liliana Campazzo
Me gustaría
escribir un poema
que hablara del mar
que tuviera el ruido de las olas
el olor del verano
los grises de este otoño
pero soy tan poco poeta
como un pez
frío y resbaloso mi lenguaje
no sirve para contar
el mar
mi palabra viaja
fuera de mí
y sola dice
no hay manos
en este poema.
No hay voz
en esta voz
hoy en la mañana
ha muerto una joven
y su epitafio
hablará de mí.
Escribo para no matar
por ella
/
Del mar traje dos piedras
cada una guarda el color
de una palabra
una dice pájaro
la otra dice pez.
Repito
hoy ninguna dice tu nombre.
/
Hoy alguien preguntó
por el poema
si queda algo por decir
es tu nombre.
Yuyo seco.
Soledad.
Mary Oliver
LIRIOS
He estado pensando
en vivir
como los lirios
que crecen en los campos.
Ascienden y caen
en la cuña del viento,
y no tienen dónde protegerse
de las lenguas del ganado,
y no tienen roperos o armarios,
y no tienen piernas.
Aun así me gustaría ser
tan maravillosa
como esa vieja idea.
Pero si fuese un lirio
creo que esperaría todo día
que me tocara
el verde rostro
del colibrí.
Lo que quiero decir es,
¿podría olvidarme de mí misma
incluso en esos campos plumosos?
Cuando Van Gogh
predicaba a los pobres
por supuesto que quería salvar a alguien–
sobre todo a sí mismo.
Él no era un lirio,
y el vagar por los campos brillantes
sólo le dio más ideas
que le llevaría la vida esclarecer.
Creo que siempre estaré sola
en este mundo, donde el ganado
pace como un río negro y blanco–
donde los deslumbrantes lirios
se desvanecen, sin protestar, en sus lenguas–
donde el colibrí, siempre que se produce un alboroto,
sencillamente se aleja volando.
Ámbar Past
Dedico este poema a los hombres que nunca
se acostaron conmigo
a los hijos que no tuve
a los poemas que nadie escribió...
Dedico este poema a las madres
que no amaron a sus hijos
A las que murieron en hoteles
sin que nadie las acompañara
Lo dedico al autor
de las pintas en los muros
Al hombre y a la mujer
Al torturado anónimo
Al que nunca dijo ni su nombre
Dedico este poema a los que gritan de dolor
y también a las parturientas
A los que gritan en la terminal de autobuses
en los portales del mercado
Lo dedico a los suicidas
A los poetas
que viven olvidados en alguna antología
Al que lava cadáveres
A las mujeres que se acuestan con todos
A los que siempre duermen solos
Dedico este poema a las
comadres y a los compadres
que hacen el amor y se convierten en piedra
A los que se bañan con jícara
en Viernes Santo y se vuelven peces
Al hombre que quiso ser zopilote
y a los que sueñan que pueden volar
Dedico este poema
al Señor de la Noche Estrellada
A la Guacamaya de Fuego
Al Llanto de las Moscas
A la Lluvia Verde
Al que Guarda la Miel
A la Hermandad de los
Hermanos Menores
Al de la Máscara que Llora
Al Rugoso Caracol de Tierra
Al Vertedor de los Cuatro Rincones
A los Juntadores de Corteza para
Preparar el Vino Ceremonial.
Lo dedico al que toca la flauta y el tambor
cuando van a lavar
[los paños en el ojo de agua
A la que chapotea en las cascadas
y se moja el pelo con agua de lirios
A la que da el pecho a su hijo en el cañaveral
A los que buscan el arco iris
en el aceite de los charcos
A los remeros que inventan
el canto con sus brazos
A los que lavan el nixtamal bajo la lluvia
A las que acarrean el agua en cántaros
y caminan por la carretera
A la niña viendo luciérnagas
A la niña con el candil en la mano
A los chamacos que saltan
con el rastrojo en llamas
A los que corren sobre el fuego
entierran a sus muertos en la cocina
y cantan entre los escombros
Al que engaña a su muerte
en las camas de los moribundos
Al que baja de los cerros
para no quemarse con las estrellas
Al que agarra la mano de la muerte
y baila con ella
A las que tienen muchas nueras
y cargan iguanas en sus cabezas
A los colochos que venden nieve
en tierra caliente
A los camaroneros divisando
el cometa de madrugada
Al que arremanga su camisa
y pide un hacha
A la que vende tamal de bola,
de mumu y chipilln
A los que cortan elote tierno
para comerlo crudo
y amarran la pata del perro que roba pollo
A los que hacen las maracas
y matan por amor
A los que se avientan al hoyo
en el entierro de un amigo
Al poeta que no puede bajar
del techo por estar tan enamorado
Al que hace lo que puede
Dedico este poema a los que no frecuentan cafés
ni piscinas ni saben hablar por teléfono
A los que no entran en los bancos
ni salen en la tele
A las de la primaria vespertina
que reciben declaraciones de amor
con faltas de ortografía
A los poetas que nunca empiezan a escribir
A los meseros que tragan su dignidad
A las viejas que lavan ajeno
A las que no se atreven a opinar
ni a levantar la voz
A las que no pueden estar felices
sin el consentimiento del macho
A los que se tiran al suelo y tragan
su lengua entre la multitud
A las que duermen con sus delantales puestos
y piensan en el quehacer mientras
sus maridos eyaculan prematuramente
A las que se levantan a oscuras
en galeras de palma
A las que tortean en jacales
A la que se quemó su pelo
y manchó de tizne su falda
A los que asolean chilacayotes en su tejado
y no tienen sillones
A los que arrullan a sus hijos en tzotzil
y traen mugre bajo las uñas
A los pepenadores
A los que chaporrean
A los que siembran nopales
y comen tortilla con sal
Al sereno que también trabaja de día
A la de la chancla rota que tiende
cien camas cada mañana
Al viejo sin dientes que merca chicle en la playa
A los que viajan parados a la tierra del cacao
A las que traen las caras negras
y la cicatriz del llanto en su sordera
Dedico este poema al hombre encadenado
A los niños golpeados
A los hijos de alcohólicos
A las que cuidan a las criaturas de otros
y ven a las suyas cada quincena
A la que trapea en el colegio
y no sabe firmar su nombre
A las que comen en la mesa del hospicio
A los tullidos que se acurrucan
junto al horno en alguna panadería
A los que atienden los baños públicos
y barren las calles al amanecer
A las que bailan en cabaretes
y están hartas
Dedico este poema al amasador
de adobes que muere en la casa
que construyé para otro
Al poeta en su velorio con la boca
cerrada para siempre
A los que se escaparon de noche cuando el
volcán sepultó su iglesia
A los vecinos que ya enterraron a sus hijos
uno tras otro como los años que pasan
A los que han tenido que vender a sus hijos
su sangre y su sexo
A los que nada tienen que perder
Dedico este poema a los peones acasillados que
invaden las tierras del patrón
A los que cavan túneles debajo del dinero
A los que prenden lumbre al ingenio
A los que no echan sombra y sin luna
contemplan los puentes
A los niños de trece años que se alzan a
la guerrilla
y conocen mujer por primera vez en la
montaña
Para los dos heridos
Para Las Pelonas
Al tacuazín de Olga
A los chuchos apaleados
A niños que nacen en países donde la
verdad está prohibida por ley
A los que han adoptado otro nombre
y llevan años sin saludar a la familia
A los que nunca durmieron en la misma cama
y comparten la fosa común
Dedico este poema a la madre que busca a
su hijo en el anfiteatro
entre otros poemas decapitados
A la que no puede decir cuál cadáver es el suyo
y se despide de cada uno con un abrazo.
Eliana Navarro
Para ella
que pretende una espiral de plata
y coronar su consistencia
escribe círculos de sal / su lengua
dice irrelevancias
persiste en conservar su talle
y está
quieta Pero es lineal
es previsible
no por convicción (no puede
sospechar cómo será
el minuto posterior
a cada pérdida)
no tiene fe prevista, tiene:
una vida que pendula / tribulaciones como lianas
de olvido a tentación / de piedra
a desmesura y de ahí al
abandono (¿es la palabra,
el abandono a la palabra o
eso
que abandona
cuando dice
la palabra?)
¡para ella, que escribe con la nuca! ¡con el revés del párpado incendiado!
¿no era su materia árbol incendiado? ¿desmedido y pulcro el fuego, la escritura
un arma sin licencia, sangre blanca, vampiros dando aviso del amor, o del naufragio?
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Entraron pájaros
no es que alguien hizo trampa
o sediento de poder
quiera capturar
cosas que vuelan
Son ellos. Los pájaros
se metieron en la casa
y después no hubo
salida
algo anda mal en mayo
gira y se cierra sobre si
la tarde
afuera el mundo
es un amor
que precipita
se pliega sobre sí una mujer
que tampoco
debería haber entrado
andaba igual
que esos
frágiles
buscando agua con azúcar
a cambio
entró a un sitio inmenso
no es la casa abierta así
desfachatadamente
¿quién hará después
la medición
real de los espacios?
aparte del dolor
aparte del deseo de salvarlos
¿cuánto vale una visión rotunda en esta casa?
¿cuánto ocupa lo que un pájaro
pierde
cuando entra por error
en otro mundo?
vidrio
el corazón de una mujer
que no puede salir
estalla y
no es la casa.
Maritza Kusanovic
Yo nací roja igual que las manzanas y los labios en los labios
Yo nací roja encarnada y muy viva
por eso cicatrizo con facilidad Y las cicatrices
me recuerdan la fuerza de los ríos y el maltrato
Yo nací roja para doler y con dolerme no basta nunca basta
Yo Nací Roja con el fuego y la sangre en una mano
Yo nací roja Y cuando me abrieron los dedos
prendió la brasa Y dijo que no las letras
que no los números La primera línea
me entró con sangre y mundo
Y la poesía es un acto de sangre
y me sangraron la primera línea
Y la sangre tira Y no es linaje y no es raza
Y la sangre tira Y no es familia
El rojo de mi sangre
Cuando sangre sangrarán conmigo
Azucena Racosta
dónde tus ojos
después de tanta muerte
de tanta la tortura
de tanta la negrura
de panzas inflamadas
de tanta el hambre
recuerdo:
de tantas la mirada destrozada
de tantas el útero sangrado
de tantas las millones abortadas
de tanta la locura
por morirse los pájaros sin sueños
por violar la matriz en este caos
recuerdo:
dónde estarán tus ojos observando
ésta la cobardía de tus pares
ésta tu imagen de cemento
esta quietud de masas
con las ondulaciones del pueblo
te prefiero
para matar la muerte
para ganar el alba
para parir los hijos
en la tierra liberada
me niego y abomino
al mismo instante
de ésas las flores
que se marchitan en las plazas
de ésas las misas mentirosas
donde lavan las culpas del espanto
recuerdo:
cómo mirarte
reina ultrajada
en el renglón
de ésa la pendiente
vuelve a sembrar la fuerza
de tu boca sedienta:
sin las sus hembras se muere
este país tremendo.